Cada año, el 27 de septiembre se celebra el Día Mundial del Turismo. Es una fecha para reconocer la importancia de este sector, que a menudo se considera un motor económico clave para muchos países. En Chile, según datos de la Subsecretaría del Turismo, el sector genera ingresos por sobre los US$9 mil millones.
La conmemoración de este día mundial es una ocasión perfecta para reflexionar sobre el papel del turismo en nuestra sociedad y cómo podemos transformarlo en una fuerza positiva para el planeta y las comunidades locales. En este contexto, el concepto de desarrollo regenerativo emerge como una piedra angular en la construcción de un turismo sustentable y responsable. La crisis climática y la creciente conciencia ambiental nos instan a repensar nuestra relación con el turismo. Necesitamos migrar hacia un modelo que sea regenerativo, es decir, uno que no solo conserve los recursos naturales y culturales, sino que los restaure, los renueva y revitalice.
En el marco del turismo, esto implica ser capaces de llevar a cabo inversiones e iniciativas que sean responsables y sustentables en el tiempo, invitando a los visitantes a tomar conciencia del lugar al que llegan, considerando sus habitantes, cultura y biodiversidad, es decir, respetar y cuidar como si fuese nuestro. Pero aún podemos ir más allá, contribuyendo a esa localidad y comunidad en el cuidado y mejora de su medio ambiente y ecosistemas degradados, reconociendo la diversidad de culturas, fomentando la economía circular, los valores compartidos entorno a la comunidad; podemos ser capaces de cuidar y mejorar los bienes que provee la naturaleza y la diversidad de culturas que atraen a los visitantes, en lugar de agotarlos. En el Valle del Aconcagua, esta filosofía se convierte en una oportunidad invaluable para impulsar un turismo sostenible.
Un ejemplo inspirador de esto es lo que se dio espontáneamente durante la pandemia, en el Valle del Aconcagua, donde nació una gobernanza en torno al turismo liderada por el Programa Territorial Integrado (IPT) de Corfo, la I. Municipalidad de San Felipe y el Programa Vivo Curimón de Fundación Lepe, como una respuesta a la necesidad de asociatividad en el territorio. El año pasado, eso tuvo como hito el seminario “Repensando el turismo en el Valle del Aconcagua”, donde además se sistematizó la reflexión colectiva en un documento público. Este año, continuaremos en conjunto en un nuevo seminario: «Avanzando hacia el Turismo Verde en el destino Valle del Aconcagua» -que se llevará a cabo el 28 de septiembre en San Felipe-, una iniciativa que tiene como objetivo crear un espacio de educación y diálogo que fomente el intercambio de conocimientos y experiencias en pro del turismo responsable y sustentable en la región.
Uno de los aspectos más destacados del desarrollo regenerativo en el turismo es la relevancia que toma el patrimonio biocultural en la creación de experiencias turísticas únicas. Esto significa reconocer y valorar tanto la riqueza natural como la cultural de un destino. El Valle del Aconcagua, con su impresionante entorno natural y su herencia cultural diversa, es un lugar perfecto para abrazar esta idea. La conservación de sus ecosistemas; sus montañas, valles, y la promoción de las tradiciones locales pueden trabajar en conjunto para ofrecer experiencias innovadoras a los visitantes, al tiempo que se preservan las raíces y la identidad de la comunidad.
El seminario antes mencionado es un paso firme hacia la realización de esta visión. Reúne a expertos y líderes de la industria del turismo de la región para discutir y promover prácticas que impulsen un turismo verde y sustentable. Este evento es una oportunidad para aprender y compartir estrategias que beneficiarán tanto a los turistas como a las comunidades locales.
El turismo sustentable y responsable no sólo es una opción ética, sino también una necesidad urgente en un mundo que enfrenta desafíos ambientales, sociales y culturales crecientes. En este Día Mundial del Turismo que se aproxima, reflexionemos sobre cómo el desarrollo regenerativo y la valoración del patrimonio biocultural pueden ser motores para un futuro más prometedor en el Valle del Aconcagua y en todos los destinos turísticos. Apoyemos iniciativas que nos muestren el camino hacia un turismo que beneficie a todos y al planeta que compartimos.